He estudiado Ed.Primaria y Ed.infantil y soy maestra. Estoy totalmente en contra de los métodos conductistas y en los métodos para ''adiestrar'' niños.
Creo en la importancia de un entorno feliz y estable para que los niños también lo sean, en la educación con respeto, firmeza, empatía, amor, cariño, grandes dosis de paciencia y mucha mucha imaginación.

''Le puedo echar la culpa al ministerio, le puedo echar la culpa al régimen, pero en el aula YO hago la gran REVOLUCIÓN.''

viernes, 16 de noviembre de 2012

Eso también pasaba antes y no pasaba nada

Hace no tantos años era muy común pegar a las mujeres para ''educarlas'' al antojo del marido, que a dia de hoy alguien diga ''a las mujeres hay que atarlas en corto porque sino se desmelenan, antes también se las pegaba y no pasaba nada, hoy en dia hay demasiada sobreprotección'' nos resulta casi (yo diria totalmente) imposible, y si lo oyesemos nos parecería una autentica barbaridad. En cambio, es totalmente normal escuchar aun a mucha gente (padres y no padres, profesores, sociedad en general) que antes tambien se pegaba a los niños y no pasaba nada, ni creaba ningun trauma. ¿Cómo cambian las cosas verdad? ¿Por qué con unos vale y con otros lo recharzaríamos totalmente? por una sencilla razón: porque nos creemos que los niños son nuestros, de nuestra propiedad y que podemos hacer con ellos lo que nos plazca.

El argumento de ''antes tambien se hacia y (aparentemente) no pasaba nada'' no me vale en absoluto porque había tantas cosas malas que antes también se hacían y no por eso lo seguimos haciendo. Afirmar eso no es más que una mera excusa para no cambiar ni mejorar, para quedarnos estancados. Pegar a un niño es la mayor falta de respeto que nos podemos echar a la cara simplemente por el hecho de que no se puede defender ¿Por qué sino cuando muchos padres pegan a sus hijos se sienten tan mal/culpables? porque nuestro instinto nos dice que hemos hecho mal. Luego los hay que directamente se sienten orgullosos de ello y lo explican con aires de superioridad, con esos no hay remedio...

Una pregunta a modo de reflexión: si cuando son niños usamos el cachete/torta cuando no obedecen o cuando hacen algo que no queremos, ¿cuando tengan 16 años qué haremos? ¿haremos lo mismo? lo dudo... ¿entonces qué recursos tendremos para abordar los conflictos a esa edad tan ''rebelde''? ninguno, porque si en la infancia no los hemos tenido, en la adolescencia menos aún. Con 16 años ya no será ese niño indefenso que fue, ese chaval si se podrá defender, y las consecuencias serán peores.

¿Cómo vamos a tener una sociedad pacifica si a la menor cosa que hace (o no hace) un niño le pegamos? ¿Qué valores les estamos trasmitiendo? respeto nulo, eso desde luego. ¿Miedo? la verdad que si. Educación cero, que él también haga lo mismo con niños mas pequeños, que también pegue cuando se ponga nervioso/pierda los nervios, porque total...eso es lo que le han enseñado. Así no se enseña respeto. Y ya no hablemos del autoestima del niño en cuestión, llegar a pensar que no vale como persona o que se ha merecido esa torta/cachete... tiene que ser duro. Asi que que nadie, cuando digo nadie es nadie, me diga que así se gana el respeto y autoridad de los padres porque no es así, se gana el miedo, inseguridad, falta de autoestima... y un largo etc. ¿Eso queremos?

Y habra gente que piense ''esta tia lista se cree que nunca va a perder los nervios y la paciencia''. Si, claro que la perderé y en clase la pierdo pero me intento otras maneras mas respetuosas a la hora de abordar los conflictos. Y si, en un futuro perderé la paciencia y los nervios con mis futuros hijos, y en más de una ocasión, porque todos lo perdemos en un momento dado. Pero lo que tengo claro es que si algun día se me fuese la mano actuaría exactamente igual que si se me va con un amigo o con otra persona, cuando me calmase lo hablaría, le explicaría qué es lo que ha pasado, cómo me he sentido para llegar a hacer eso y le pediría perdón. A su vez, le preguntaría qué podemos hacer cuando nos volvamos a sentir de esa manera, para intentar no faltarnos el respeto o lo minimo posible.


Por último decir, que el usar el tortazo, golpe, cachete si conlleva consecuencias (a corto o a largo plazo) y si, si pasan cosas, por ejemplo:


- Se vuelven o sumisos o se rebelan aún mas

- En el caso de que se vuelvan sumisos, obedecen por MIEDO, no nos confundamos con respeto (esa palabra hay que ganarsela de otra manera)

-Que actuen a escondidas (''si no me pillan...'')

-Anulación del autoestima (''no valgo nada'', ''merecía essa torta'')

-Concepto erroneo del amor (''si mis padres me pegan es porque me quieren/por mi propio bien'', y en muchos casos en un futuro eso se convierte en ''si mi novio me pega es porque me quiere'')

-Que a día de hoy sigamos pensando que de vez en cuando hay que pegar para educar, para que aprendan...

En serio ¿hay que hacerle sentir mal a un niño para que aprenda de los errores? como dice Jane Nelse ¿de dónde hemos sacado esa erronea idea? pensemos en cómo nos sentiríamos nosotros, busquemos a ese niño que llevamos dentro y recordemos con el corazón en la mano qué sentíamos cuando alguna vez nos pegaron de pequeños. Volvamos atrás en el tiempo y recordemoslo, yo al menos las dos veces contadas que me pegaron senti muchas cosas, y todas fueron negativas, odio, rencor, indignación, rabia, miedo... ¿y el respeto dónde estaba? en ningún lado...

¿Queremos adiestrar o educar?

Lo que la desinformación hace

Si tuviese que resumir en pocas palabras cómo debería ser la educación de los hijos diría que tendría que haber un equilibrio, ni ser sumamente autoritario ni ser tan pasota de ceder en todo. Es decir, hay un punto intermedio, ya que los extremos suelen ser malos. Desde mi punto de vista no podemos ser unos sarjentos, ni tampoco ser unos blandos y para ''no oir al niño'' darle todos los caprichos del mundo. Eso sería lo ideal, pero no siempre sucede.

A veces me he encontrado casos de padres poco informados o desinformados sobre la educacion de un hijo o sobre el proceso evolutivo por el que pasan los niños (a nivel físico, psicológico...). Pienso que antes de tener hijos tendriamos que informarnos sobre qué etapas pasan los niños (para todas las demás cosas bien que nos informamos, hacemos examenes...), cuando las pasan, cómo actuan ante esas etapas y cómo hacer frente a ello, porque estoy segura de que si muchos padres lo supiesen se tranquilizarían y no tendrían espectativas tan altas (como por ejemplo pretender que un niño pequeño esté quieto mucho rato, o que todos los niños a los 2 años o dos años y poco no usen pañal, en muchas ocasiones es algo antinatural). Si tuviesemos esa información en nuestra mano (y no será porque no hay libros ni información en internet) estoy segura de que muchos padres verían la actitud de sus hijos desde otra perspectiva. Es decir, si un padre / madre cree a ciegas que su hijo de 3 años debería estar quieto durante 30 minutos y nadie le dice que eso es lo mas normal del mundo o no lee nada acerca del desarrollo madurativo de un niño de esa edad, ese padre/madre probablemente se preocupará cada día más hasta el punto de llevarle a un psicologo y pensar que es hiperactivo. Y no exagero, he conocido algun caso.

Bueno, que me enrollo jeje todo esto venía al punto de equilibrio en la educación, he conocido a padres que no ''saben educar'' a sus hijos o no ''saben llevarlos'', padres, por general, poco informados y con cero ganas de informarse y cambiar su perspectiva. Padres que por no oir a su hijo de 4 años llorar porque quiere X cosa se la dan o ceden ante sus caprichos. Hombre alguna vez vale, pero que siempre sea asi...
O padres tan inseguros que parece que les ''diesen miedo'' sus hijos o miedo a decirles que no y les monten en plena calle un numerito.

Yo soy de las que pienso que si hace falta negar algo a un niño (por la razon que sea, no ''porque yo lo digo''), se hace, eso si, con toda la empatía y respeto del mundo. No creyendonos mas que ellos por el simple hecho de ser mas mayores. Porque claro...luego pasa lo que pasa, niños de 4 años que -por la inseguridad y falta de informacion de sus padres- les faltan el respeto (aunque muchos padres tambien a los hijos, todo hay que decirlo).
Por último, he visto algun caso en el que los padres pasan tan poco tiempo con sus hijos que para no oirles refunfuñar o por ''miedo'' a decirles que no, ceden ante casi todo y les permiten faltarles el respeto, y eso tampoco es plan. Y tengo que reconocer que me da rabia. Lo ideal, un punto entre firmeza y cariño, como dicen en disciplina positiva jeje.

La responsabilidad es de los padres, de buscar un equilibrio, donde siempre siempre haya respeto MUTUO. Y mucha empatía.

Para colmo hoy por ejemplo he tenido que oir de boca de una madre (por cierto, conductista total y super seguidora de Supernanny) decir ''cuando mi hijo pillaba rabietas, yo ni caso, yo no iba a perder el tiempo gritando ni nada''. ¿Qué poca información tiene esa persona para creer que ante las rabietas hace falta gritar? todo lo contrario, las rabietas son un signo de autoafirmación, son una consecuencia de la frustracion del niño en un momento determinado y como muchas veces no saben expresar con palabras lo que sienten o piensan se tiran al sueño y lloran y dan patadas. Es una forma inmadura, pero que si las cosas se hacen bien con 6 años no hará eso, sino que lo dirá con palabras. A lo que iba ¿cuánta empatía puede tener un padre cuando dice que ante las rabietas pasa de él? ¿tan poco valoramos los sentimientos del niño? pensamos que los niños solo lloran por chorradas. Chorradas para nosotros, para ellos no. ¿Pensamos que el niño se va a hacer mas fuerte si pasamos o no validamos sus sentimientos? en fin... es algo que no entiendo. Pienso que empatizar ante una rabieta no es sinonimo de ceder, sino demostrar que les entendemos y validamos sus sentimientos, pero diciendoles que en ese momento eso no puede ser.

Pero como en todo, hay opiniones para todo. Esta simplemente es la mia :)

La violencia invisible

Padres, educadores y sociedad en general pedimos a los niños, desde bien pequeñitos, que sean buenos, que se porten bien, que no peguen, no muerdan, no insulten, no digan palabrotas, que en definitiva sean capaces de respetar a los demás.

¿Pero nosotros con ellos lo hacemos?

''Habrá de todo'' pensareis, y es cierto, habrá gente que lo hará y habrá gente que no. Yo me pregunto''¿Cómo pretendemos que ellos respeten si nosotros no lo hacemos?'', muchos actuan como el refran ''haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago''. Los niños aprenden basicamente mediante el ejemplo, si ellos ven que se les trata con respeto, ellos aprenderán a respetar, si ven que no se les respeta, no respetarán.


Y ahora viene la pregunta clave ¿Qué es respetar? pues basicamente tratar a los demás como nos gustaría que nos tratasen a nosotros.

Con la palabra violencia englobo todo tipo de violencia, verbal y física. Es decir, dar un cachete, dar un bofetón, criticar, humillar, avergonzar, amenazar...todo esto se considera violencia. Si yo le diese un guantazo a mi mejor amiga o a mi jefe porque me ha sacado de mis casillas no lo adornaríamos con frases tipo ''es que me ha sacado de quizio, se lo tenía merecido'' o ''ha sido por su propio bien''. A quién le guste o no, es violencia y punto.

Podemos hacer un ejercicio que se basa en recordar nuestra infancia, ''afortunadamente'' los aspectos negativos los solemos borrar de nuestra mente, nos cuesta recordarlos, es un mecanismo de defensa, pero siguen estando ahí, en el subsconciente. Seguramente la mayoría de nosotros habremos vivido alguna experiencia de violencia (por duro que suene). Nos hemos educado en una educación basada en el autoritarismo. En una educación de amenazas (''¡a que saco la zapatilla!'', ''¡ si no haces eso, verás!'', ''¡si haces eso cobras!''), donde algunas veces se cumplían. Seguramente que mas de uno pensará que ''no era para tanto'' o ''que no tenemos ningún trauma'', y seguramente que eso también lo pensasen las mujeres hace 50 años, cuando sus maridos las pegaban para, textualmente, educarlas. Si realmente no tuviesemos ningún trauma no aceptaríamos ni veríamos normal pegar a un niño para educarle o porque se lo ha merecido. ¿Desde cuando hay que pegar a alguien para educarle o criarle? No me entra en la cabeza semejante afirmación. Si con los adultos no vale, con los niños tampoco. Y si ocurriese, pedimos perdón como adultos que somos, pero un perdón sincero...

A ninguno de nosotros, o casi ninguno, nos enseñaron de pequeños a canalizar nuestra rabia, ya que cuando estamos con niños habitualmente (porque somos padres o educadores) ¿por qué cuando no hacen lo que queremos, o cuando perdemos la paciencia automaticamente nos dan ganas de darles un bofetón? porque nunca nadie nos enseñó otra manera, porque nunca nadie nos enseñó como canalizarlo. Es un acto reflejo, nos sale solo, pero qué casualidad...solo nos sale con los niños.

A mi pareja jamás se me ocurrirría levantarle la mano, ni tan siquiera hacer el gesto de pegarle, tampoco se me ocurriría humillarle ni infravalorarle como persona. Puedo juzgar sus hechos, pero jamás su persona. Es como si haciendolo con los niños, nos sintiesemos mejor.

Ya es hora de abrir un poco nuestra mente, que porque antes se hiciese no significa que fuese bueno ni efectivo. Y sino ¿por qué hay tanta violencia en el mundo? ¿a qué se debe tanto egoismo? yo realmente pienso que por las experiencias vividas en la infancia, que se han ido pasando generación tras generación, y que creo que ya va siendo hora de pararlo, de nosotros depende.

Quien bien te quiere... ¡te hara feliz!

Os dejo aquí un extracto del libro ''Besame mucho'' del pediatra español Carlos Gonzalez, donde hace una GRAN reflexión sobre la bofetada o cachete a tiempoa modo de historioa. Espero que a más de uno nos haga cambiar el chip y que, con la mano en el corazón, reflexionemos sobre ello, aquí va:

''Jaime se considera un buen esposo y un padre tolerante, pero hay cosas que le hacen perder los estribos. Sonia tiene un carácter difícil, nunca obedece y encima es respondona. Se «olvida» de hacerse la cama, aunque se lo recuerdes veinte veces. Es caprichosa con la comida; las cosas que no le gustan, ni las prueba. Cuando le apagas la tele, la vuelve a encender sin siquiera mirarte. Te coge dinero del monedero, ni siquiera se molesta en pedirlo por favor. Interrumpe constantemente las conversaciones. Cuando se enfada (lo que ocurre con frecuencia), se pone a llorar y se va corriendo a su habitación dando un portazo. A veces se encierra en el cuarto de baño; en esos momentos, ningún razonamiento consigue tranquilizarla. De hecho, una vez hubo que abrir la puerta del baño a patadas. Pero lo que realmente saca a Jaime de quicio es que le falte al respeto. Anoche, por ejemplo, Sonia cogió unos papeles del escritorio para dibujar algo. «Te he dicho que no cojas los papeles del escritorio sin pedir permiso», le dijo Jaime. «¿Pero qué te has creído? ¡Yo cojo los papeles que me da la gana!», respondió Sonia. Jaime le pegó un bofetón, gritando: «¡No me hables así. Pide perdón ahora mismo!»; pero Sonia, lejos de reconocer su falta, le plantó cara con todo desparpajo: «¡Pide perdón tú!» Jaime le volvió a dar un bofetón, y entonces ella le gritó: «¡Capullo!» y salió corriendo. Jaime tuvo que hacer un verdadero esfuerzo para contenerse y no seguirla. En estos casos es mejor calmarse y contar lentamente hasta diez. Por supuesto, Sonia estará castigada en casa todo el fin de semana. Hasta aquí la historia.
Supongamos ahora que Sonia tiene siete años y Jaime es su padre. Y usted, ¿qué opina? ¿No es éste uno de esos casos en que a cualquiera «se le iría la mano»? ¿No sirvió esta bofetada para descargar la atmósfera, como tan bien decía el Dr. Spock? ¿Qué pueden hacer en un caso así esos fanáticos que prohibieron por ley las bofetadas? ¿Van a denunciar a este padre ante los tribunales por pegar un bofetón a una niña que, por cierto, se lo tenía bien merecido? ¿No es mejor dejar que estos problemas se resuelvan en el ámbito familiar sin intervenciones externas? Tal vez incluso esté usted pensando que una niña nunca habría llegado a ser tan desobediente y respondona si le hubieran dado una buena bofetada hace tiempo. Esta situación parece típica de niños malcriados por padres permisivos que no saben establecer límites claros, que no imponen la necesaria disciplina: lo que hoy está permitido, mañana provoca una respuesta desmesurada, con el resultado de que el niño está confuso y es desgraciado.
¿Y si yo le dijera, amable lector, que Sonia tiene en realidad diecisiete años y que Jaime es su padre? ¿Cambia eso algo? Repase la historia a la luz de este nuevo dato. ¿Le parece tal vez que es demasiado grande para pegarle, para apagarle la tele o para hacerle pedir permiso antes de coger una simple hoja de papel? ¿Le parece adecuado que un padre abra a patadas la puerta del baño donde está su hija de diecisiete años? ¿Empieza tal vez a sospechar que se trata de un padre obsesivo, tiránico y violento, y que la respuesta de su hija es lógica y comprensible? Y si es así, ¿por qué esta diferencia? Reflexione unos momentos sobre los criterios que ha usado para juzgar a este padre y a esta hija. ¿Están los niños pequeños más obligados que los adolescentes a respetar las cosas de los mayores, a recordar y cumplir las órdenes, a obedecer sonrientes y sin rechistar, a hablar con amabilidad y respeto aunque por dentro estén enfadados, a mantener la calma y no llorar ni dar escenas? ¿Son más perjudiciales los gritos y los golpes para el adolescente que para el niño pequeño? No son ésos los criterios que sigue la Justicia con los menores de edad. Antes bien, cuanto más pequeño es el niño, menos responsable le consideran los jueces y menor es el castigo (si es que existe algún castigo). ¿Quién tiene razón: el Estado «intervencionista», que no considera al niño responsable de sus actos, o el padre «justo y sabio», que corrige a su retoño cuando aún está tierno? Quizá, en vez de asistentes sociales, educadores, tribunales de menores y reformatorios, sería mejor abrir cárceles de máxima seguridad y restablecer la tortura para los delincuentes juveniles.
Pero todavía queda una posibilidad aún más inquietante. ¿Y si yo le digo ahora que Sonia tiene veintisiete años y que Jaime es su marido? (No, no estoy haciendo trampa. Vuelva a leer la historia: en ningún momento había escrito que Sonia fuera la hija. ) ¿Le parece normal que un marido le apague la tele a su esposa «porque ya ha visto suficiente», que le ordene hacerse la cama, que la obligue a comérselo todo, que le prohiba coger un papel o que le pegue un bofetón? ¿Sigue pensando que Jaime es un buen marido, pero que el carácter difícil de Sonia le hace perder a veces los estribos? ¿Acaso no es un derecho y un deber de cualquier marido corregir a su esposa y moldear su carácter, recurriendo si es preciso al castigo («quien bien te quiere, te hará llorar»)? ¿Acaso no juró ella, ante Dios y ante los hombres, respetar y obedecer a su marido? ¿Ha de intervenir el Estado en un asunto estrictamente privado?
¿Por qué al leer por vez primera la historia de Jaime y Sonia pensó usted que Sonia era una niña? Pues precisamente porque Jaime le gritaba y le pegaba. Inconscientemente, usted ha pensado: «Si la trata así, debe de ser su hija. » No se nos ocurre que se pueda tratar así a un adulto, lo mismo que al leer las palabras «ataque racista» en un titular, no se nos ocurre pensar que las víctimas puedan ser suecas. La violencia nos parece más aceptable cuando la víctima es un niño; cuanto más pequeño, mejor. “

La agresividad de algunos profesores

 

Siempre se les ha inculcado a los niños, desde muy pequeños, que tienen que respetar a los demás porque a todos nos gusta que nos respeten y nos sentimos muy mal cuando no lo hacen. Esto me parece genial y estoy de acuerdo en que hay que ir inculcándolo poco a poco e ir explicándoles el por qué, pero sobretodo hay que hacerlo dando ejemplo. Es decir, de poco sirve que le digamos a un niño que no pegue o empuje a los demás si nosotros lo hacemos con él. De poco sirve que le digamos que no grite si es lo que hacemos con él a todas horas. Con los niños vale más nuestro ejemplo que mil sermones sobre el respeto a los demás.
A día de hoy me molesta y me indigna cuando estoy en el colegio y veo como hay profesoras (algunas ''amigas'' mias) que tratan mal a los niños. Cuando hablo de tratar mal hablo de zarandearles, de gritarles a todas horas, de decirles frases con tono chulesco ''mira guapito, no se qué, tal tal tal (aquí viene el sermón de turno)'' más el zarandeamiento de turno, cogerles del brazo con brusquedad, decir DELANTE DE ELLOS ''por mi te lo dejo un rato'', ''este es de traca'' y frases de ese estilo, sentarles de manera brusca etc.
Y no, no hace falta llegar a pegar una paliza a un niño o darle un sopapo o cachete para considerar que se le está tratando mal, no hace falta llenarle de moratones para considerarlo maltrato. Para mi, ese tipo de actos si es maltrato. Lo es porque hacer eso con niños de 3 años (o tenga la edad que tenga) es de cobardes (estoy segura que eso con un niño de 12 años no se hace) lo es porque se está faltando el respeto hacia su persona, y lo es porque simplemente eso no lo haríamos con los demás y si lo hiciesemos automaticamente pediríamos perdón.

Nos aprovechamos de la humildad y la inocencia de los niños porque, desgraciadamente, sabemos que un niño pequeño no nos va a mandar a paseo porque depende de nosotros, los adultos. Me parece indignante y muy penoso que un adulto tenga que usar a un niño de 3 años (me es igual la edad) para sentirse mejor, mostrar su chulería y quién manda aquí. Pero los niños son muy sabios y desde muy pequeños saben que profesor es amoroso y cariñoso, y cual es un ogro.

Pero fijaros cómo es la vida que estos son los profesores que a la primera de cambio les echan una bronca del copón con su correspondiente sermón a sus alumnos cuando pegan, muerden, empujan o insultan. Estos son los profesores que les dicen (o exigen) a sus alumnos ''pidele perdón a fulanito por haberle pegado y dale un beso'' cuando ellos son los primeros que faltan el respeto. ¿Dónde está la coherencia? ¿Y el respeto del que tanto proclaman?

Nadie es perfecto en su trabajo (¡menudo aburrimiento!) y equivocarse es de sabios. Yo cometo muchos errores pero cuando llego a casa me cuestiono mi trabajo, qué he hecho bien, qué he hecho mal y qué puedo hacer para mejorar. Y sobretodo, no predico algo de lo que carezco.

Desde aquí me gustaría concienciar a los demás la importancia de nuestra labor, como maestros, en los niños, porque ellos son el futuro y tenemos que tratarles como PERSONAS que son si queremos que ellos hagan los mismo con nosotros y con los demás.

Para los ignorantes que dicen que es facil...

Así es un día cualquiera en un aula de 3 años, para aquellos que no lo sepan:


Un día como hoy en un aula de 25 alumnos-as de 3 años.
Entran en " semi fila" porque se despistan, se sueltan, algunos se vuelven hacia la puerta porque no quieren entrar ... tiras de ellos hasta el aula. Quito la mayoría de los chaquetones porque ellos solos no son capaces ya que encima del chaquetón llevan envuelta una gran bufanda, gorro y guantes que hay que guardar en los bolsillos de cada uno con cuidado no vaya a ser que se pierdan y la madre te lo recrimine durante toda la semana.
Talegas con el desayuno por el suelo, unos sentados en su sitio, otros corriendo por el aula. Se pone orden levantando la voz y terminando con un golpe de silbato o de tambor. Las 9.20, por fin se han sentado todos. Hacemos asamblea, repito más de 20 veces que para hablar hay que levantar la mano, hay que respetar el turno, unos escuchan, otros están en su mundo y otros, después del gran tazón de cereales de desayuno que les han puesto en casa sienten la llamada de la selva. En mitad de la asamblea 7 niños se levantan porque quieren hacer " caca ". Según van acabando hay que limpiarles el culito, porque no saben y se llenan ropa, manos, baño y a otro compañero si se acerca demasiado. Además, si va manchado de caca a casa, la madre te lo recriminará toda la semana y lo contará en las reuniones de madres de los cumpleaños de los niños-as. Y limpio mocos.
Empezamos el trabajo por rincones, y los no contentos con su tarea del momento se levantan, le quitan el material a otro compañero, grito, agresión, llanto... así uno detrás de otro...
Cambiamos de tarea y vuelta a empezar, grito, agresión, llanto... limpio mocos, limpio mocos.
Para recoger el material yo pido, yo vuelvo a pedir, yo toco el silbato, yo toco el tambor y termino GRITANDO: A RECOGER A ORDENAR CADA COSA EN SU LUGAR, a la vez que voy cogiendo cosas del suelo.
Hora del aseo, por grupos se lavan las manos y van al baño. Reparto jabón, reparto servilletas, reparto papel higiénico, uno se sube al lavabo, otro empuja porque iba el primero, uno mete el dedito en el grifo, agua por todas partes, pis fuera, cola de niños pq todos los baños están ocupados porque 4 están haciendo caca.
Desayunos: ábreme el zumo, se me ha derramado el zumo, un yogur abierto en el suelo, galletas oreo pisoteadas, yo no quiero pan, a mi ésto no me gusta, llanto me quiero ir con mi mamá, seño pélame la pera y limpio mocos. Anda, fulanito ha vomitado.
Recogemos y 15 minutos para volver a poner los chaquetones. Patio y madres en la muralla vigilando que a sus hijos no les pase nada, porque los maestros ¿ para qué estamos?
Mocos, pipi, fulanito me ha pegado, menganito no te subas en el árbol, periquito no muerdas, las piedras no se chupan, la arena no se come,limpio mocos, limpio mocos, limpio mocos ...
Vuelta a clase, colgamos chaquetones en las perchas, limpio caras con toallitas, manos con agua y jabón, y vuelta a la tarea: no se pinta en la ficha del compañero, los papeles a la papelera, el cuaderno no se come, con el lápiz no pintamos el suelo, limpio mocos, limpio mocos, limpio mocos...
Hora de la salida: la familia agolpada en la puerta para que su hijo-a salga el primero, me piden explicaciones de por qué un niño se ha arrancado la postillita de la frente, otro dice que se ha raspado el dedo con el suelo, otro que no se ha tomado el zumo, otra madre preocupada porque el niño ha bebido poca agua, y otra porque su niño ha salido de clase con mocos, una bufanda que no aparece, un guante perdido desde la semana pasada, una botella de agua que no es suya...
Llego a casa, la boca seca porque no me acordé o mejor dicho no tuve tiempo de beber agua, y una vecina cotilla, que me dice, andaaa ehhh ya hasta mañana, que poco trabajáis los maestros. Claro, porque el material del día siguiente me lo ha buscado y elaborado ella o su marido. Y cuando siempre oyes lo mismo en relación a nuestro trabajo, de lo bien que se vive de las vacaciones, de la suerte que tenemos de poder estar criando a sus hijos cuando ellos andan despreocupados de sus retoños, piesnsas: y siendo que las universidades aceptan matrículas de nuevos alumnos ¿Tan tontita es la gente para no estudiar y tratar de conseguir ese trabajo de sus sueños, donde sin hacer nada te pagan y siempre se está de vacaciones?
Así con 67 no, con 80 podríamos jubilarnos y tan frescos.

Las niñas ya no quieren ser princesas y los niños les da por perseguir el mar dentro de un vaso de ginebra

LAS NIÑAS YA NO QUIEREN SER PRINCESAS
Por Nuria Otero Tomera

Podríamos hablar también de La Habana, de Nueva York, de Buenos Aires o de La Coruña. Los jóvenes han perdido sus valores, sentenciamos tanto los profesionales como la portera, sin saber muy bien a qué hacemos referencia con dicha expresión, ni tampoco si será cierta. A la vez, sin definir exactamente qué entendemos por valores, aducimos que el problema fundamental es la falta de límites, que hemos creado una generación que ha obtenido todo lo que ha querido sin conocer ni una sola frustración, sin haber aprendido lo que es el respeto y sin haber recibido un “no” a tiempo.Discrepamos profundamente. Frente a todo lo que los maestros, pedagogos, pediatras y vecindario en general creen y promulgan, opinamos que la actual generación de jóvenes es quizás la más frustrada de la historia, emocionalmente hablando. Estos adolescentes de los que hablamos han recibido muchos juguetes por Reyes y comuniones, han ido a más clases particulares, de refuerzo y extraescolares que ninguna de las precedentes, han comido bollos, golosinas, pizzas y hamburguesas jamás soñadas por sus padres y mucho menos por sus abuelos. Pero han sido víctimas de una metodología absolutamente conductista que ha olvidado los efectos a largo plazo en aras de los resultados inmediatamente mensurables. Son aquellos a los que “hemos enseñado” a tolerar la frustración, son los que lloraron incansables porque les dejábamos en la guardería, son los que “aprendieron” a compartir porque los adultos lo decían, aunque no lo hacían, son los que tuvieron voz en las reuniones familiares, pero carecieron de voto, son los que tuvieron música y libros y juguetes educativos pero nadie que jugara con ellos, son los de la “tele”, la “play” y el “móvil”, trastos que aprendieron a usar por sí mismos y que nadie se preocupó en compartir o enseñar o explicar, son los de las “asignaturas transversales” que todos, hasta los profesores, consideran “marías”; en fin, son los que recibieron, al nacer, un maravilloso libro de instrucciones sobre cómo comportarse, pero los que menos han visto a sus padres y a sus abuelos, los que menos han jugado a la pelota en la calle, los que no han dormido con la abuela, ni con los hermanos, los que tuvieron lactancia pautada cada tres horas para que no se “malcriaran”, los que comieron verduras cada jueves porque tocaba (aunque mamá comiese macarrones porque el brócoli no le gusta), los que se durmieron llorando sin consuelo porque nacieron tomándonos el pelo, los que fueron a la escuela a edad más temprana, y a la guardería para socializarse. Eso es lo que ocurre, que nuestros hijos están mal criados, no malcriados.

Como un perro verde

Como dice el propio titulo, es así como muchas veces me siento cuando trato con alguien el tema de los niños, de la educación (aunque aún no sea madre), de la crianza...siento que me miran como diciendo ''a esta tia se le ha ido la olla, no sabe lo que dice'', ''cuando tenga hijos...sabrá lo que es bueno''. No, no tengo hijos pero por mi oficio estoy rodeada de niños. Y no, no pienso que los niños sean unos tiranos ni que nos toman el pelo. No pienso todo eso que un gran % de la sociedad lo piensa.

Todos hemos sido niños, y creo que no nos hubiese gustado que pensasen eso de nosotros. Un niño no es malo, ni está en este mundo para jorobarnos, un niño no se levanta y piensa ''voy a fastidiar a mis padres y voy a hacer tal ta y tal''. A diferencia de muchos adultos, los niños son los seres más inocentes y puros que existen. Aunque, por circustancias de la vida, la inocencia se les va cada vez más rápido y aprenden muchas conductas de nosotros (buenas y malas).

Me siento rara cuando afirmo sin ninguna duda que un cachete a tiempo no es ni educativo, ni pedagógico y que no sirve para nada (solo para descargar nuestra rabia contra él/ella), me siento rara cuando digo que no es lógico dejar llorar a un niño para que ''aprendan a dormir de un tirón'', cuando digo y afirmo que en la mayoría de paises se practica el colecho (dormir con los hijos en la misma cama o una cuna pegada a la cama familiar) y me miran con cara rara, cuando digo que las guarderías solo sirven para dejar a los niños porque los padres tienen que trabajar y nadie me entiende, cuando digo que X niño sigue tomando pecho a los 3 años y me miran como pensando ''¡qué locura!''.

¿Por qué todo lo natural se ve anti-natural? si nos paramos a pensar nos daremos cuenta de esta afirmación

Muchas veces me siento como un perro verde, y me da que aún no he empezado en este camino jeje

jueves, 15 de noviembre de 2012

Algo que no tolero: las faltas de respeto

Es algo con lo que no comulgo. Mira que puedo permitir muchas cosas (soy bastante flexible) pero las faltas de respeto a los demás es algo que me pone mala. Hoy sin ir más lejos, uno de mis alumnos (de 6 años) le ha pegado a una compañera porque ella ha llegado la primera a la fila y él a pesar de no llegar el primero pues quería serlo. Como ha visto que empujando no valía, ha hecho uso de su agresividad y violencia para darle una patada en la espinilla (y por experiencia se que duele mucho). La niña automaticamente se ha puesto a llorar, pero ha sido un lloro de esos que te salen lagrimas pero no sollozos de todo lo que te ha dolido ese golpe. La cara de esa niña me decía que sentía rabia e impotencia, y sobretodo decepcion, de cómo un amigo de clase te puede hacer eso (mas cuando es una niña muy tranquila). En fin...que me he puesto muy firme con ese tema y les he dicho a todos en general que toleraré ciertas cosas pero que las faltas de respeto (insultar, humillar, avergonzar, pegar...) no, al menos en mi clase no (en los demás sitios, desgraciadamente, yo no puedo hacer nada para evitarlo).

Es algo que no tolero, puede ser que ese niño haya actuado así porque en su casa solucionan así las cosas cuando alguien se enfada (al fin y al cabo imitan lo que ven), o también puede que influya el caracter de ese niño, pero aún así es algo que no puedo defender, ni en clase, ni en la calle, ni en ningún sitio, ni en los niños, ni en los adultos.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Nuevo blog

Algunos pensareis que alguien me ha plagiado ¡peeeero noo! jeje me ha ocurrido una cosilla con la otra cuenta y he tenido que hacerme de nuevo un blog... (si, que coñazo jeje) asi que poco a poco ire copiando las entradas que he escrito en el antiguo blog y añadiendo más

:))